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Biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid File Arquitectura religiosa
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Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción

Los arquitectos Pedro Muguruza, Luis Moya y Enrique Huidobro realizaron la reconstrucción de la iglesia parroquial de Manzanares, Ciudad Real, entre los años 1940 y 1945. El templo, de finales del XIV-principios del XV, había sufrido un incendio durante la guerra civil que había afectado, sobre todo, a las cubriciones y la torre; los muros y los contrafuertes se encontraban, sin embargo, en estado apto para seguir cumpliendo su misión de sustentación.
La reconstrucción fue respetuosa con el estado original de las fachadas, en las que se realizaron apenas una ordenación y una sistematización de los elementos decorativos. La alteración más importante consistió en la elevación de la altura de la nave para darle una proporción más adecuada en relación con su anchura, a juicio de los arquitectos.
En lo que se refiere a las bóvedas, la memoria del proyecto señala que se había planteado "... la construcción de una cúpula sobre pechinas, de tambor bajo y con linterna, que se coloca en el crucero precediendo inmediatamente al tramo del altar mayor. El resto de la nave de la iglesia se ha tratado con una bóveda por arista en el tramo contiguo a la cúpula, y con tres tramos de cañón seguido con lunetas, siendo análogos los tramos que forman los brazos del crucero. El estilo de esta composición es el clásico español con elementos herrerianos y barrocos" (LMOYAB_D020_C004-02_001).
En una fase posterior se acometió la reconstrucción de la parte superior de la torre y de su escalera; para realizar esta labor con fidelidad a su aspecto primitivo, el grupo de arquitectos se apoyó en fotografías antiguas y en una maqueta que se había realizado antes de la guerra. Finalmente, la iglesia se inauguró el 6 de septiembre de 1945.
El fondo Luis Moya Blanco conserva una carta que Enrique Huidobro escribió a Moya narrándole los actos que se celebraron el día de la inauguración. Uno de ello fue una misa que pronunció el obispo de Ciudad Real; como anécdota transcribimos: "Desde el púlpito improvisado [...] el Sr. obispo dirigió la palabra a los fieles, ponderando lo bonita que estaba la Iglesia y prohibiendo a los devotos y devotas regalar imágenes ni retablos sin permiso de los arquitectos" (LMOYAB_D020_C004-02_019).

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Parroquia de Santa María Madre de la Iglesia

La Parroquia de Santa María Madre de la Iglesia ocupa la zona sur de la finca que los Religiosos Marianistas poseen en el barrio de Carabanchel Alto, en Madrid. Allí se localizan también otras obras de Luis Moya como el Escolasticado de Nuestra Señora del Pilar (unidad documental LMOYAB_021), las Escuelas Amorós (LMOYAB_050), unos enterramientos con capilla para la orden (LMOYAB_031) y la Editorial SM (LMOYAB_068).
El conjunto parroquial cuenta con el acceso principal por la calle Gómez Arteche y con otro, al norte, que lo comunica con el resto de la propiedad. Está formado por iglesia, salón de actos y pabellón anejo; en el sótano del segundo y en la edificación adyacente se disponen dependencias destinadas a servicios pastorales y a residencia para religiosos.
El templo, proyectado a partir de 1965, "se funda en la experiencia adquirida en una Capilla de idéntica forma construida en Gredos para el Noviciado de esta misma Compañía de María" según palabras del propio autor (LMOYAB_D016_C003-06_008). Cumple los requerimientos de la liturgia post-conciliar y, como es usual en las iglesias de este arquitecto, constituye un claro ejemplo de identidad entre forma y construcción así como de expresión de los materiales, en este caso el ladrillo, que queda visto en todos los exteriores y en los interiores accesibles al público.
Moya utiliza la planta central pero conserva el itinerario sagrado entre acceso y altar. La cubre con una bóveda rebajada sin nervios, de 23,10 m de diámetro, que realiza con cuatro tableros de rasilla sobre zuncho de hormigón armado, apoyado éste en un borde quebrado de muros de ladrillo y pilares de hormigón armado. Esta solución se adaptaba al exiguo presupuesto con que se contaba estimándose su coste en alrededor de 10 dólares por metro cuadrado mientras que la misma bóveda construida en hormigón armado hubiera resultado por 35 en ese momento.

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El lenguaje clásico en El Escorial

Atendiendo al principal código expresivo que se utiliza en la construcción del Monasterio de San Lorenzo el Real se efectúa una lectura arquitectónica del mismo. Normalmente despreciado, en virtud de equívocas denominaciones, el lenguaje clásico, entendido como un verdadero sistema en el que tan importante resultan sus elementos como las maneras en que estos se combinan, se revela como una clave fundamental para la comprensión integral del Monasterio. Una investigación arquitectónica del tipo que aquí se plantea exige una documentación gráfica de la que el edificio carece. Hubo que acudir por lo tanto al viejo rito de re-presentar su imagen, aprovechando el esfuerzo para tratar de aprehender sus razones de una forma directa, utilizando los mismos medios empleados para su definición. Se plantea así una revisión del valor del Dibujo Arquitectónico como instrumento de investigación disciplinar, en la que se maneja la relación entre los nuevos dibujos realizados por el autor y los dibujos conservados del siglo XVI. Atendiendo a la sensibilidad gráfica de la época, a las escalas utilizadas en la representación de los dibujos y a la unidad de medida con la que el edificio se construye, sugen una serie de relaciones que permiten abrir nuevas vías de investigación que no serán posibles sin la colaboración del dibujo. La colección de dibujos que aporta este trabajo supone de hecho, una interpretación del Monasterio, que adquiere en si misma un valor autónomo, lo cual puede servir a su vez como punto de partida para otras investigaciones. Con este decisivo apoyo metodológico se procede a revisar de forma sistemática el conjunto y las partes del Monasterio atendiendo a la historia que el lenguaje clásico transmite. Tomando como referencia al origen el proyecto de Juan Bautista de Toledo de 1.562, se sigue así el proceso que conduce al edificio construido. En este camino se señalan muchas precisiones inéditas hasta el momento al mismo tiempo que se evidencia una línea de continuidad entre los diversos momentos que abundaría en la idea de que el edificio se encuentra por encima de las personas concretas. Aunque el lenguaje no explica por sí mismo la arquitectura de El Escorial, ésta resulta más difícil de explicar sin apoyarse en su discurso -figurativo. Se concluye así una pro-funda relación entre el proyecto del Monasterio y el preciso lenguaje que se adopta, en 1 a que éste se revela como un elemento de proyecto "más" con sus específicas exigencias. La relación entre el "todo y las partes", la noción de "carácter" unida a la precisión de la "escala" y los datos concretos de la "materia" aprecerán así como momentos fundamentales del proceso dialéctico entre proyecto y lenguaje. Pero, como en casi todo en lo que al Monasterio concierne, el lenguaje será normalmente sometido al edificio, lo que significará la ausencia de un canon unitario por encima de las soluciones concretas. Extrayendo la actitud que subyace en el uso concreto del lenguaje clásico en el Escorial, se atiende finalmente al orden como figura y sus progresivas disoluciones, al predominio de la partición y la métrica complementada por una desconocida faceta de tolerancia dimensional y formal, junto con la atractiva faceta del lenguaje como ilustración parcial del concepto de la "correspondencia". Es así que la arquitectura del Monasterio se encuentra desde un concepto albertiano, profusa y selectivamente ornamentada. Difícil de precisar en términos de estilo, más bien constituiría un "modelo" de una arquitectura "antigua y ejemplar" de la que aún habría bastante que aprender.

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